
Si Elon Musk fuera ortodoncista…
A lo mejor, Tesla nos habría jubilado a todos. Bromas aparte, el otro día estaba leyendo una revista de ortodoncia de primeros de siglo, más concretamente del año 2000, donde encontré dos artículos que me llamaron la atención. Os enseño los recortes:


En ambos artículos vemos cómo los autores tratan de pronosticar el devenir del mundo de la ortodoncia en 15-20 años, augurando un futuro pésimo para los profesionales del sector. Transcurrido este tiempo, incluso con 5 años de prórroga, nos damos cuenta que han errado estrepitosamente en sus predicciones.
Esta lectura me hizo reflexionar sobre la cantidad de artículos o noticias sensacionalistas que nos llegan por una u otra fuente y que, a veces, pueden hacernos pensar que la tecnología va a ser la dueña del mundo. La irrupción de la inteligencia artificial sólo ha propiciado (o potenciado) esta “sensación”. Estoy convencido que si leyésemos el artículo sobre los nanorobots en el 2024, nuestra cara de asombro sería exactamente la misma que en el momento de su publicación.
En ocasiones, ciencia y opinión se entremezclan, y no es malo. Como dice Eva González, presentadora de Masterchef: ¡Pónganle sabor a la vida! Tan importante es eso como aprender a separar los buenos y los malos alimentos. Poner un poco de chispa entre tanto artículo científico puede ser beneficioso, ya que rompe la monotonía entre tanto número y análisis estadístico. Pero también puede ser peligroso si no lo cogemos con pinzas.
Nadie tiene una bola de cristal ni puede adivinar cómo estaremos dentro de 20 años. No importa lo prestigiosa que sea la revista ni lo erudito sea el autor. Curiosamente, en el artículo de la derecha, ni la revista TIMES (supuestamente influenciada por Align Technology) ni quienes critican su opinión (detractores de los alineadores) dieron con la tecla. Ni los ortodoncistas hemos desaparecido, ni los alineadores han resultado ser un experimento fallido.
Todo está en constante cambio, pero no por ello debemos ver el futuro con negatividad. Por fortuna, la ortodoncia, como tantas otras ramas de la salud, se verá beneficiada por estas innovaciones, sin peligrar por ello la figura del doctor. Es fácil jugar con el “miedo al cambio” y convertirlo en “miedo al reemplazo”, pero no debemos entrar en ese juego ni pensar que nuestro rol va a ser secundario cuando la IA haya madurado. Es más, os animo a cambiar y tomar estos avances tecnológicos como una oportunidad para aprender y conseguir tratar mejor a los pacientes.
De momento, podemos dormir tranquilos. Ni los nanorobots ni los programas de simulación nos van a mandar al paro. Aunque, viendo la fiabilidad que tienen los artículos de opinión… igual conviene estar alerta.
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