
¿Cumplen los retenedores su función?
¿Cuántos de nosotros, al terminar un caso de ortodoncia, pensamos que el trabajo está acabado? Esa sensación de felicidad y “libertad” que el paciente nos contagia cuando le quitamos los brackets o los ataches y se ve la sonrisa que había estado escondida debajo de ellos durante tantos meses o años nos hace relajarnos y creer que hemos cumplido con nuestro trabajo. La realidad es muy diferente, pues sólo hemos completado la primera parte del proceso. A partir de este momento, comienza la lucha contra la naturaleza del ser humano: mantener estable algo que es, en esencia, inestable. Por muy bien que hayamos hecho el tratamiento de ortodoncia, estén todos los dientes adecuadamente situados respecto a sus bases óseas y los contactos oclusales estén equilibrados, en el 99% de nuestros pacientes los dientes tendrán mayor o menor tendencia a volver a su situación inicial. Para contrarrestar este efecto, colocaremos retenedores que, supuestamente, prevendrán los movimientos indeseados descritos anteriormente y nos ayudarán a mantener los resultados del tratamiento a medio-largo plazo.
No existe un consenso con evidencia científica que lo respalde sobre cuál es el protocolo de retención ideal. Se han sugerido diferentes tipos de retenedores fijos y removibles, con diferentes materiales y protocolos de uso, pero faltan pruebas sobre la superioridad de un protocolo de retención concreto para la estabilidad tras el tratamiento ortodóncico. Como es lógico, el protocolo de retención no será el mismo para todos los pacientes, estará adaptado a la maloclusión inicial y a los componentes funcionales que puedan afectar a la recidiva del caso. Podemos clasificar las retenciones utilizadas en ortodoncia en dos categorías principales:
- Retenciones fijas: Se caracterizan por no depender de la colaboración de los pacientes, ya que se cementan en la superficie lingual de los dientes anteriores (de canino a canino lo más habitual) y, si se cuidan bien y no ha habido grandes cambios en la anchura bicanina ni hábitos deletéreos que puedan afectar a la posición de los dientes, son una buena estrategia de retención a largo plazo. Sin embargo, aunque se den estas condiciones en el paciente, los retenedores fijos pueden dar lugar a una serie de complicaciones que veremos a continuación.
- Retenciones removibles: Son más cómodas para los pacientes y más fáciles de limpiar, pero exigen un cumplimiento diario y pueden perderse o dañarse. Otra ventaja frente a los retenedores fijos es su capacidad de mantener la posición de todos los dientes, tanto anteriores como posteriores, junto con la forma de arcada, factor a tener en cuenta en casos con mucha expansión.

Como decíamos, los retenedores fijos, además de tener una acción limitada, pueden provocar numerosas complicaciones, como desprendimiento parcial o total, movimiento indeseado de los dientes, cambios de torque, fenestraciones, dehiscencias y recesiones. Estos problemas pueden tener un efecto perjudicial sobre la salud periodontal del paciente, especialmente en los caninos inferiores. El alambre que utilicemos para la retención fija también favorecerá la aparición de estas complicaciones si no seguimos las pautas adecuadas para su colocación.
Los alambres trenzados son los más utilizados como retenedores fijos. Sin embargo, las trenzas por las que están formados estos alambres tenderán a desenroscarse con el tiempo. Este desenroscamiento se producirá lentamente, moviendo los dientes anteriores con el paso de los años. Para evitar este problema, nos aseguraremos de comprar alambres “pasivos” o, en caso de comprar los alambres trenzados tradicionales, los convertiremos en pasivos quemando el retenedor con un mechero o soplete antes de su colocación. De esta manera, la estructura trenzada se mantendrá estable a largo plazo.
Incluso colocando correctamente los retenedores fijos, es posible que estos no sean suficientes para mantener los dientes en su posición. Es relativamente frecuente ver pacientes que acuden a retratarse porque se le han movido los dientes pero siguen con los retenedores fijos en boca, tanto los tratados con brackets como con alineadores. Por ese motivo, si reforzamos la retención fija con la retención removible, le estaremos dando una doble garantía al paciente. Otra opción que existe, si queremos evitar complicaciones con los retenedores fijos, es no colocarlos y utilizar sólo la retención removible. Esta solución es práctica y la más higiénica de todas, pero dependemos totalmente de la colaboración del paciente. Parece que no hay una retención perfecta… ¿cuál es tu protocolo preferido?
Abu Arqub S, Al-Moghrabi D, Tsichlaki A, Sanders D, Uribe F. The dar side of fixed retainers: Case series. Am J Orthod Dentofacial Orthop 2023.

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